¿Nueva normalidad? Hay que ver lo que se les ocurre a los asesores de comunicación de algunos políticos. Lo de la “nueva normalidad” es una de las mayores majaderías que he escuchado en mis casi setenta años de vida, unos cuantos, como se puede intuir.
Ayer, pude volver a un aspecto de la normalidad: la de ver y estar con mis nietos. Hecho que hace unos meses se producía “normalmente” cada siete días. Ya sé que, por mi edad, soy persona de riesgo, pero no me pude aguantar más. Llevaba más de dos meses sin verlos “presencialmente”.
Los colegios están perdidos, no saben qué tienen que hacer, no les dan instrucciones. Los padres están deseando que sus hijos vuelvan a las clases, por supuesto, con toda clase de garantías de que acudirán protegidos. Es su lugar habitual de convivencia, con sus amigos y profesores. Ahí deben estar. Aunque, hay que reconocer, que estos meses de confinamiento no han venido mal para mejorar la vida y relaciones familiares.
Sin embargo, para volver a la normalidad de siempre, nos encontramos con una anomalía: algunos colegios están en obras por iniciativa propia, ¿por qué? Ante la ausencia de la administración, ellos, para evitar contagios entre alumnos y profesores, han de distribuir menos alumnos por clase, garantizar la distancia de seguridad -no sé de dónde se han sacado la expresión ‘distancia social’- crear más aulas, dividir espacios diáfanos, contratando doble transporte escolar, ¡Incluso ampliando el profesorado! Invirtiendo en desarrollar las plataformas digitales, etc.
No han esperado a que los responsables de la educación les dieran instrucciones, o les dijeran quiénes se hacían responsables de los costes.
Han asumido la responsabilidad que tienen ante las familias madrileñas y sus hijos.
El esfuerzo que han hecho los titulares de los centros y el profesorado en estos meses de confinamiento con el estudio online es encomiable.
Han asumido responsabilidades, por encima de lo exigible, cosa que no hace nuestra Administración.
Lo mismo han hecho varias empresas, haciendo los tests necesarios para tranquilidad de su personal. Han adaptado las oficinas a los espacios que permitan mantener las distancias de seguridad, favorecen el teletrabajo ahí donde es posible, de forma que la conciliación familiar sea un hecho.
Como siempre, a pesar de que decimos lo contrario, tenemos una sociedad civil fuerte y que está tomando los mandos para volver a la normalidad por sí misma sin contar con sus dirigentes.