En estos días, la comunidad internacional se enfrenta a un nuevo brote de infección por un virus de la familia de los coronavirus. Toman su nombre de un aspecto similar a una corona al observarlos al microscopio. Pueden infectar numerosas especies de animales. Algunos de ellos, como el surgido en Wuhan en diciembre de 2019, pueden hacerlo a personas. Otros brotes infecciosos en humanos por coronavirus se produjeron en 2002 con origen también en China (SARS) y en 2012 con origen en Oriente Medio (MERS).
Del brote actual, a día de hoy, aunque los datos varían constantemente, se han detectado 14.637 casos en China, 162 casos fuera de ese país, 20 casos en siete estados de la Unión Europea; es el responsable de 304 defunciones en China y una muerte en Filipinas. En España se ha detectado un caso de infección por coronavirus en la isla canaria de La Gomera, que evoluciona favorablemente, y no hay incidencias en los ciudadanos españoles repatriados desde Wuham y que continúan en cuarentena.
Los coronavirus que infectan a humanos colonizan las mucosas del tracto respiratorio (nariz y mucosa traqueo-bronquial); por tanto, la pulverización de gotas de estornudos y tos son sus principales modos de transmisión. La gotas pueden volar hasta 2 metros y permanecer flotando varios minutos antes de caer al suelo. La transmisión necesita habitualmente de un contacto próximo con el paciente, como el que se da entre familares, en hospitales y escuelas, etc. Teniendo en cuenta que la gente a menudo se toca la cara o la nariz, la transmisión por fómites también es posible.
La información sobre nuevas enfermedades emergentes como la que nos ocupa se desarrolla más despacio que las noticias que se transmiten. Normalmente hacen falta semanas o meses para caracterizar bien una nueva enfermedad infecciosa y adaptar las medidas más eficaces de prevención y tratamiento para esta nueva amenaza a la salud pública.
Se sabe ya que el nuevo coronavirus (2019-nCoV) se transmite por aire y puede difundirse antes de causar síntomas, lo que aumenta su contagiosidad, que se ha estimado similar a la de los virus de la gripe. No conocemos con exactitud su periodo de incubación (tiempo desde la infección hasta que se manifiestan los síntomas) ni el espectro completo de la enfermedad que provoca.
Puede causar desde infecciones respiratorias leves, lo más frecuente, hasta neumonías de extrema gravedad en pacientes con inmunodepresión o enfermedades crónicas. Los síntomas son los de una infección del tracto respiratorio superior: estornudos, mucosidad nasal, fiebre, tos y dificultad respiratoria en los casos más graves.
El tratamiento es sintomático ya que no hay un tratamiento antiviral específico para el nuevo virus y se trabaja para desarrollar una vacuna lo antes posible.
Como en cualquier enfermedad infecciosa es fundamental seguir los consejos de las autoridades sanitarias para prevenir la transmisión. Con los conocimientos actuales, el Centro Europeo de Prevención y Control de Enfermedades (ECDC) recomienda que se haga un test para detectar si una persona tiene coronavirus a todas las personas que cumplan a la vez dos requisitos: por un lado, tener tos, dolor de garganta o dificultad para respirar y, por otro lado, haber estado en contacto con portadores del 2019-nCoV o en regiones donde circula el virus.
Dr. Felipe Canseco, neumólogo del Hospital Nuestra Señora del Rosario.