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Alcalá 20, el infierno en una sala de fiestas

Diciembre es un mes lleno de comidas con amigos, días para reír y compartir y de buenos deseos. Pero es también el mismo en el que se produjo uno de los sucesos de más infausto recuerdo para los madrileños. Este martes 17 de diciembre se cumplen 36 años de una catástrofe que sacudió nuestra ciudad y todo el país, el incendio de la discoteca Alcalá 20.

Ubicada en los bajos del Teatro Alcázar, se trataba de una de las salas de fiesta de moda de la época, remodelada sólo unos meses antes. Sus tres plantas subterráneas reflejaban a la perfección lo que significaba la movida, con una decoración recargada y llena de elementos, con más de 5.000 kilos de textiles, plásticos y cartón piedra. Un atrezzo espectacular que era un gran reclamo para los jóvenes madrileños de los ochenta, pero que se convertiría en el combustible para que las llamas devoraran con más rapidez el local.

Su enorme tamaño, con un aforo de 900 personas, hacía que estuviera siempre muy concurrida, incluso hasta a altas horas, como sucedió aquella fatídica madrugada en la que aún permanecían en su interior unas trescientas personas. Apenas faltaban quince minutos para el cierre, las cinco de la mañana, cuando un cortocircuito en la planta más baja, donde estaban las pistas de baile, generó una chispa que saltó a una enorme cortina.

El material con el que estaba fabricada hizo que en pocos segundos las llamas se propagaran por todo el espacio. Todo lo que allí había era una trampa mortal, con elementos inflamables en casi cada metro cuadrado de la discoteca. El humo se adueñó de inmediato del local y la escasa visibilidad (las luces estaban apagadas), unida a la poca iluminación del exterior, dificultó enormemente tanto la huida. No había extintores suficientes y la puerta principal de Alcalá 20, hacia la que se dirigió la mayoría de las aterradas víctimas, rápidamente se colapsó atrapando a varias personas. La mayoría de las salidas de emergencia estaban cerradas, y sólo una, la que daba a la calle Alcalá, sirvió de escape. Aunque con unas vallas de por medio.

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Alcalá 20, el infierno en una sala de fiestas 1

Hubo también hueco para que se produjera un milagro, curiosamente en forma de claraboya. Varias personas que permanecían refugiadas en uno de los baños lograron contactar con el exterior a través de una de estas vías y, tras romper los cristales, se consiguió rescatar a quince jóvenes. Doce más lograron escapar del infierno con vida en las horas posteriores, cuando fueron encontrados por los bomberos y policías que accedieron al interior.

Pese a todo, 82 personas perdieron la vida en el incendio de Alcalá 20. Los fallecidos lo hicieron por causas diversas; 31 murieron a causa de las quemaduras infligidas por el fuego, 13 por inhalación de humo y 36 aplastadas o asfixiadas al tratar de escapar. Dos de los fallecidos fueron localizados días después en el hueco del ascensor. También hubo una víctima que no se encontraba en la discoteca, pero sí vivía en el edificio y se precipitó al vacío tratando de evitar el humo.

El impacto en la sociedad fue brutal. Más de ochenta muertos, antes de Navidad, y la mayoría jóvenes. Asimismo, pocos días antes se habían sucedido, también en Madrid, dos graves accidentes aéreos que habían arrojado un saldo de más de 200 fallecidos. Desde todos los estamentos se pidió una investigación exhaustiva, que comenzó a los pocos días centrándose en los dueños de la discoteca, el electricista que realizó la instalación y el inspector que no vio las deficiencias y potenciales peligros del lugar.

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Sin embargo, el juicio no se inició hasta diez años después de la tragedia, en 1993. La sentencia condenó a dos años de cárcel por un delito de imprudencia temeraria con resultado de muerte, lesiones y daños a los cuatro dueños del local (Emilio Urdiales, Pedro Rascón, Doroteo Martín y Carlos Mendoz), al electricista (Miguel Gabaldón) y al funcionario encargado de inspeccionar el local (Guillermo Herranz). Las indemnizaciones alcanzaron los 2.000 millones de pesetas, pero ningún cargo político asumió responsabilidades. El único investigado, el exconcejal del Ayuntamiento de Madrid Emilio García Horcajo, fue absuelto.

Hoy en día, las medidas de seguridad son mucho mayores y sería impensable que algo así volviera a suceder. Lamentablemente, tragedias como la de Alcalá 20 son las que llevan a que nos encontremos en una situación como la de hoy. Por tal motivo nunca está de más recordar este tipo de hechos, para que no vuelvan a repetirse.

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