Pedro Sánchez, sin querer, nos ha dado una oportunidad. Y ha sido por su soberbia. El mismo día de las elecciones del 28 de abril, ese mismo día, decidió que el resultado era insuficiente, que quería más. Que los españoles, de algún modo, le debíamos un resultado mejor. Y no pensó en nadie, hizo sus números y trató de engañar a todo el mundo, empezando por sus supuestos socios preferentes, y terminando con el resto de los españoles que esperaban la formación de un gobierno cuanto antes para dar estabilidad al país.
Y así llegamos a este 10 de noviembre, una oportunidad para recuperar lo que ojalá no hubiéramos perdido nunca: la unidad del centro-derecha en España. Muchas personas que dejaron de confiar en el Partido Popular han apostado por nuevas opciones que surgieron como alternativas que algunos consideraron mejores, y quizás hayan comprobado que el resultado de dispersar el voto no ha sido el deseado.
Hoy el Partido Popular está liderado por Pablo Casado y cuenta con un equipo con lo mejor de su generación y lo mejor de esos gestores expertos y eficaces que han acompañado el esfuerzo y el trabajo de tantos españoles para sortear momentos complicados, y que en su momento pusieron en marcha buenas políticas que se convirtieron en empleo, crecimiento y ayuda a los que más lo necesitaban.
Por eso en esta campaña no hemos hablado de división, de enfrentamiento o de miedo. Hemos hablado de lo que nos une, de la familia, de la búsqueda del bien común, de los problemas que nos preocupan, del empleo, de la vivienda, de las oportunidades de los jóvenes. De España.
La papeleta que estará en los colegios electorales pondrá Partido Popular, pero su espíritu será el de España Suma, el de superar nuestras diferencias para reconocer con humildad que es más lo que nos une, y que nuestro proyecto responde de verdad a los problemas a los que se enfrenta el país. Es una gran oportunidad. Una oportunidad soberbia.