Aunque ya está tan instaurado que parece que llevemos toda la vida “celebrándolo”, lo cierto es que el Black Friday tiene su origen, como tantas otras jornadas hoy dedicadas al consumismo, en EE.UU. Se trata de un día (aunque ahora dure una semana) de grandes descuentos, coincidente siempre con el viernes después de Acción de Gracias. Y como decimos, no hace demasiado que lo importamos, concretamente en 2012.
Igual que el Cyber Monday, otras 24 horas en las que los comercios, pero en este caso electrónicos, tiran la casa por la ventana con ofertas irresistibles a escasas semanas de la Navidad. Sólo han necesitado, como vemos, apenas siete años para ser fechas marcadas en rojo en el calendario. Tanto es así que las empresas de paquetería doblan sus envíos los días posteriores a las dos efemérides, y la gente se echa a las calles en busca de ese regalo que tanto llevaban buscando. Como dato paradigmático de la fiebre por las compras del Black Friday, señalar que desde 2015 el “viernes negro” es el día más personas utilizan el Metro en todo el año.
Lo cierto es que es un dato que no debería sorprendernos, sobre todo teniendo en cuenta la gran cantidad de establecimientos, grandes y pequeños, que se adhieren. Desde la pequeña pastelería de barrio que te ofrece dos palmeras por el precio de una hasta cualquier cadena de electrodomésticos, es complicado encontrar algún escaparate sin ofertas. Media Markt empezó el 26 de noviembre con descuentos de hasta el 20%, El Corte Inglés, que también se suma al Cyber Monday, lo hace el jueves día 28 con rebajas de hasta el 40% en electrodomésticos, hasta un 65% en Adidas…
Son días también de máxima afluencia a los centros comerciales. Intu Xanadú, Plaza Norte o La Vaguada se preparan para acoger a miles de individuos deseosos de invertir sus ahorros. Mucho cuidado con esto, porque no saber controlar los impulsos o las temidas compras compulsivas pueden hacer que nos llevemos un disgusto a final de mes. Planificar con tiempo todo lo que necesitamos adquirir, comparar los precios antes y después o revisar bien la garantía y el periodo de devolución son algunos de los pequeños gestos que pueden evitar que el Black Friday se vuelva negro de verdad.
Todo esto no quita para que te pases por la Calle Preciados, el barrio de Chueca o la zona que más te guste de Madrid para «ir de tiendas» y que disfrutes de una iniciativa que tiene mucho de positivo para el comercio, que tan necesario es reactivar. Así que, después de haber leído este artículo, haz una lista de lo que quieres, ponte la chaqueta y sal a disfrutar de estas rebajas made in America.