Hemos pasado tantas veces a su lado que ya ni siquiera reparamos en su presencia. Sin embargo estamos, con sus más de 93.000 metros cuadrados, ante una de las estructuras más grandes de Madrid, además de tener una importancia capital ya que actualmente alberga tres ministerios (Para la Transición Ecológica, Fomento y Trabajo, Migraciones y Seguridad Social) y es el centro de trabajo de miles de madrileños que cada día desempeñan allí su jornada. Hablamos del complejo de Nuevos Ministerios, la mole gubernamental que descansa a orillas del Paseo de la Castellana.
Lo tenemos tan integrado porque en realidad lleva más de setenta años entre nosotros, concretamente desde 1942, año en el que se dio el último brochazo. En aquella época su presencia era en cualquier caso mucho más abrumadora que ahora, ya que esa zona de Madrid era, como se dice coloquialmente, “todo campo”, y al norte de Nuevos Ministerios sólo había cultivos y algunos pequeños núcleos urbanos a medida que íbamos remontando la Castellana. Nada que ver con el enjambre de edificios que conocemos hoy en día.
Pero el proyecto de construcción se había iniciado mucho antes, en 1933, en plena Segunda República. La capital estaba experimentando un más que notable aumento de población y un año antes se había aprobado la Ley de Capitalidad de Madrid, cuyo punto principal era la expansión de la urbe hacia ese norte diáfano. Comenzaba así una nueva ordenación de Madrid y parte fundamental serían estos edificios para el Gobierno, cuya construcción fue asignada por el entonces Ministro de Obras Públicas, Indalecio Prieto, al arquitecto Secundino Zuazo Ugalde. Entre sus obras más notables podemos destacar el Palacio de la Música o la Casa de las Flores.
Sin embargo, tres años después comenzó la Guerra Civil y el proyecto quedó paralizado. No sufrió daños severos durante la contienda y a su término pudo retomarse su construcción, finalizada como se apunta al principio en 1942, aunque por supuesto con personas afines al nuevo régimen. Ello, unido a la carestía económica, hizo que partes importantes del plan original quedaran desechadas, como el rascacielos previsto para la zona norte nunca llegó a levantarse y se sustituyó el ladrillo por el granito.
Es en este punto cuando es importante destacar que Zuazo, arquitecto original, era comunista militante, hasta el punto de ser uno de los fundadores de la Asociación de Amigos de la Unión Soviética en España. Y es importante porque la forma del complejo de Nuevos Ministerios es más que curiosa. No hablamos de su preciosa Arquería o del espacio central, trufado de plazas, fuentes y estanques ante el que se erigen los ministerios. Nos referimos a su vista desde el cielo. Una hoz y un martillo, símbolo comunista por antonomasia, es la silueta que dibujan todos los anexos de Nuevos Ministerios, si bien no están cruzadas sino que están unidas por la base.
En la actualidad, como señalamos más arriba, este conjunto arquitectónico es sede gubernamental y en 1983 se inauguró en sus instalaciones el espacio cultural ‘La Arquería’, donde se han mostrado muestras de algunas de las corrientes más relevantes de la arquitectura contemporánea, contando con grandes figuras como Saarinen, Tadao Ando, Rietveld, Jacobsen. De hecho, esta Sala de Exposiciones es hoy en día una de las más valoradas en el ámbito de la cultura arquitectónica internacional, especialmente en la ‘arquitectura efímera’, siendo reconocida con numerosos premios.
Un lugar único en Madrid con un gran potencial aún por explotar.