Nací en el Hospital de la Paz, hace ya más de 30 años. Y he pasado toda mi vida en el Barrio del Pilar, sólo unos años más viejo que yo, pero ya con toda justicia convertido en uno de los más populosos y llenos de vida de nuestra ciudad. Allí he crecido, viendo asimismo desarrollarse una zona que estaba en pañales y que poco a poco se ha convertido en lo que es hoy, un lugar ideal para vivir, sea cual sea tu estado civil, con servicios, parques y todas las comodidades ofrecidas por el transporte público y la M-30. Sin embargo, no toda la zona norte de Madrid ha corrido la misma fortuna que mi barrio, ya que sólo un puñado de kilómetros más al este, al pie de las Cuatro Torres y de la maternidad que me vio llegar a este mundo, los únicos edificios que nos encontramos son los dispuestos por Adif para el soporte a la cercana estación ferroviaria de Chamartín. Así ha sido hasta el 29 de julio de 2019.
Ha costado décadas que salga adelante, pero ya es una realidad. El Ayuntamiento de Madrid dio luz verde en dicha fecha, por unanimidad, al plan urbanístico Madrid Nuevo Norte. Un proyecto descomunal no sólo por el área sobre el que se aplicará (2,65 millones de metros cuadrados a lo largo de 5,6 kilómetros) o por el brutal impacto económico (18.260 millones de euros y la creación de 241.700 nuevos empleos), sino también por la segunda oportunidad que se le dará a este terreno baldío, ahora únicamente ocupado por solares vacíos y trenes que ya han agotado sus días útiles. Dice mucho de su importancia para Madrid el hecho de haberse aprobado por unanimidad, más teniendo en cuenta que si llevaba tanto tiempo paralizado era principalmente por las discrepancias entre todos los actores, políticos y empresariales, que convergen. Pero al final se ha impuesto la cordura y Madrid Nuevo Norte saldrá adelante, beneficiando a todas las partes implicadas y, por supuesto y sobre todo, a los ciudadanos.
Pero Madrid Nuevo Norte ya no es un expediente más en el cajón. Es, desde ya, el futuro de la capital. Un futuro, no nos engañemos, que no es a corto plazo. Quizá ni siquiera a medio, puesto que muy probablemente no estará finalizado hasta dentro de más o menos veinte años y no será hasta finales de 2020 cuando las máquinas comiencen a trabajar. Pero al menos sí es ilusionante, ya que por fin se va a curar a esa herida que hacía que Madrid fuera menos bonita desde el cielo. Con este proyecto seremos más verdes, más sostenibles y nos convertiremos de forma definitiva en una gran urbe del siglo XXI.
Daremos, por fin y de manera definitiva, ese salto de vanguardia que tanto nos ha costado, dotando de más servicios y zonas residenciales a una ciudad que continúa en franca expansión y aspira a convertirse, tras los éxodos que se están produciendo en Londres por el Brexit y en Barcelona por el procés, en uno de los motores económicos de la Unión Europea. Y en este caso, el contagio a la urbe y a toda la región será inevitable.
Madrid Nuevo Norte se ha hecho realidad. Los gatos tendremos nuevos tejados a los que subirnos para admirar la ciudad de la que estamos enamorados.