Conduzco por la carretera M-501 y voy observando cómo poco a poco va cambiando el paisaje que la rodea, desde las extensas eras que yacen en el horizonte de Brunete o Quijorna, hacia parajes más verdes al adentrarme en la cuenca del río Alberche. Me detengo en Navas del Rey, un municipio que se halla a 52 kilómetros de la capital, en una zona de transición entre las sierras del Guadarrama y de Gredos, y que administrativamente se conoce como Mancomunidad de Pinares.
El nombre de esta localidad proviene del terreno en el que se asienta: una nava, es decir, un terreno llano y semipantanoso, con pocos bosques de pinos o encinas pero con diversas especies vegetales de menor envergadura como retamas y jaras. La zona más arbolada es un pequeño bosque de pinos a sus afueras que provee de madera a la población y que se llama La Pinarilla.
Navas del Rey es uno de los pueblos de la Sierra Oeste de Madrid que mayor desarrollo y crecimiento está experimentando, alcanzando en la actualidad una población de 2.819 habitantes.
Además cuenta con dos atractivos singulares (para mí, de valor excepcional): posee el único museo de España dedicado a la Guardia Civil y una Escuela de Tauromaquia que se está consolidando día a día por su calidad y prestigio.
Y en este contexto de apuesta por la Fiesta Nacional y por el buen comer disfrutando de los productos madrileños, me adentro en el restaurante Voltereta, situado en la Avenida de Madrid, 49 de esta apacible localidad que ya ultima los preparativos de sus fiestas en honor del Cristo del Amor, que se celebran durante los primeros días de septiembre.
Es un establecimiento relativamente joven ya que comenzó su andadura en el año 2012, pero que ha sabido ganarse el reconocimiento de vecinos y visitantes, por el sabor de sus platos elaborados con maestría en sus fogones.
Diversos elementos taurinos decoran sus amplios salones: capotes bordados, chaquetillas de trajes de luces, monteras, carteles de antiguas ferias… Sus propietarios, Jaime y Elvira, llevan el amor por los toros en la sangre y me cuentan que en una de las mesas de su restaurante se fraguó el germen de la Asociación Cultural y Taurina de Navas del Rey. Además, apoyan a la Escuela Tauromaquia, con todo aquello que esté en sus manos.
La terraza del restaurante está llena y deduzco que uno de los motivos es el magnífico aperitivo con el que obsequian a sus clientes, entre los que cabe destacar los chorizos y morcillas que preparan en la barbacoa de que disponen y en la que además, son protagonistas una gran variedad de carnes a la brasa, sabrosas y en su punto.
La carta que ofrece el Voltereta es variada y contiene principalmente productos vinculados a la zona. Entre los entrantes hallamos una gran selección de productos ibéricos, revuelto de habitas con jamón o de morcilla caramelizada y pimientos de piquillo rellenos de liebre, perdiz o faisán. Y, para mi gusto, imprescindibles las mollejas de cordero al ajillo, que elaboran magistralmente, tiernas y sabrosas con una salsa espectacular.
Para los apasionados de la huerta no faltan gran variedad de ensaladas siempre aprovechando los productos de temporada, espárragos blancos o trigueros y las alcachofas con jamón, una delicia más que recomendable, ya que los corazones de alcachofa natural se saltean conservando todo su sabor y con una textura tan tierna que se deshacen en la boca.
Entre los pescados destacan la merluza a la plancha, el bacalao al alioli tostado y la lubina a la espalda. Pero las auténticas reinas de la carta son las carnes preparadas a las brasas o asadas: entrecot, solomillo, chuletón de ternera, chuletillas de lechal, cochinillo, paletilla de cordero lechal, cabrito, etc. Y entre las especialidades en caza (en temporada), cabe destacar la perdiz roja del terreno al estilo toledano o la codorniz escabechada.
Y para los amantes de la cuchara, no falta variedad. Cada día de la semana el protagonista es un plato que se elabora según la receta tradicional: los lunes paella o fideuà, los martes guiso de patatas a la riojana, a la marinera o con costillas; los miércoles lentejas estofadas; los jueves tradicional cocido madrileño con garbanzos de La Garbancera Madrileña; y los viernes judías pintas con oreja, judías con liebre o fabada. Para rematar la “faena” gastronómica, postres caseros y vinos de Madrid.
No es de extrañar que el rey Enrique IV gustase de venir por esta nava para disfrutar de su caza y de su huerta. Yo hoy en Voltereta me he sentido como un auténtico rey reviviendo los sabores de esta tierra madrileña.