La imparable modernización de nuestra sociedad nos está empujando a cambiar muchas de las costumbres que habíamos adquirido durante generaciones. Pero quizá donde más lo notamos es en el comercio, en todas sus facetas.
La digitalización, las compras y suscripciones a través de Internet o los pagos con el teléfono móvil avanzan progresivamente frente a las compras presenciales. Y no serán los únicos cambios: una estimación bastante aproximada a la realidad apunta que en los próximos 5 años el sector sufrirá una transformación superior a la de los 50 precedentes.
Escuchamos a menudo que el comercio aporta alrededor de un 15% del PIB de nuestro país, pero su repercusión supera las meras cifras económicas. Además de la inmensa cantidad de empresas satélites, servicios auxiliares, transporte y toda clase de empleo autónomo que
supone, incluye fuertes componentes de innovación, sostenibilidad y valores sociales que deben llevarnos a considerarlo como un sector estratégico.
El debate actual se circunscribe al ‘duelo’ entre la tienda física o la tienda on line, entre la atención presencial y la virtual. Sin embargo, la cuestión es mucho más amplia.
Las nuevas demandas de los ciudadanos nos obligan a impulsar todas las medidas posibles para que los comercios se amolden y reinventen a una velocidad óptima. Esta es una prioridad inequívoca de nuestro equipo. Como lo es, de la misma forma, la promoción y la competitividad del comercio local y de las pymes, capaces de generar empleo, de crear vida de barrio, de dar a nuestras ciudades su característico bullicio mediterráneo y de impulsar su desarrollo económico, social y turístico.
Apostamos por un comercio fuerte, innovador y multidisciplinar, que rivalice por la calidad y que no sufra trabas administrativas o tecnológicas. Queremos un marco normativo que favorezca la
competencia en igualdad de condiciones y reconozca el esfuerzo y el emprendimiento. Y, sobre todo, trabajamos para garantizar la libertad de los consumidores a la hora de elegir entre comercio especializado o gran superficie, entre pequeño comercio o centro comercial, entre atención presencial o por medios electrónicos.
Solo trabajando en estas tres direcciones, la de las instituciones públicas, la de los propios comerciantes -que en muchos casos llevan generaciones invirtiendo y sosteniendo el empleo- y la de los consumidores lograremos que el comercio de la Comunidad de Madrid aporte nuevos valores.
En nuestra mano está poner las bases para que el comercio y la innovación sigan caminando juntos, como sector estratégico, para ser cada vez mejores y convertir Madrid en la región más próspera de Europa.