Uno de los barrios más famosos de Madrid, Lavapiés, alberga una de las arterias más importantes de Madrid, al menos en el pasado. Se trata de la calle del Mesón de Paredes. Esta vía desciende en una pronunciada cuesta y une uno de los extremos de la Plaza de Tirso de Molina hasta la Ronda de Valencia.
El escritor y periodista del siglo XIX Ramón de Mesonero Romanos consideraba a la calle del Mesón de Paredes como una de las más pintorescas de las que formaba, lo que él llamaba, los ‘barrios bajos’ de Madrid. Con los barrios bajo, se refería a los barrios más pobres de la capital, entre las que se incluía la zona de Lavapiés en aquella época.
POSADA MÁS IMPORTANTE DE MADRID
La historia recorre la calle del Mesón de Paredes. En un principio, el plano de Teixeira de 1656 indicaba dicha vía como la ‘calle del Mesón’ únicamente el tramo hasta el convento de monjas de Santa Catalina de Sena. A partir de dicha punto y hasta la plaza de Cabestreros, estaba nombrado con el mismo nombre que la plaza, calle de Cabestreros.
Más adelante, en el plano de Espinosa de 1769, el primer tramo figuraba con la denominación actual, ‘Mesón de Paredes’. Y el resto como calles de la Hoz alta y baja. Estos tramos llegaron en 1868 hasta la Ronda de Embajadores. En la actualidad, la calle del Mesón de Paredes abarca más terreno, ya que su tramo va más allá del punto del convento y abarca la plaza de Cabestros.
¿Y cómo se ha podido llegar hasta esta denominación? Ahí entra en juego la historia de la calle. Su nombre se debe, ni más ni menos, que a una posada. Es considerada como la más grande y espaciosa que existía por aquel momento en Madrid. Se trataba del Mesón de Paredes llamado a su vez por su propietario, Simón Miguel Paredes.
La placa, un azulejo de Alfredo Ruiz de Luna González que indica la calle, recrea el antiguo mesón. Hay varias teorías acerca de dicho establecimiento. Una de ellas es que no era un solo mesón, sino varios que se ubicaban en la misma calle.
Por otro lado, como cotilleo histórico y leyenda, en realidad, el mesón era propiedad de José María Pérez y que el local inicialmente tenía el nombre de ‘Mesón de la Fama’. Sin embargo, este hombre era muy celoso y espiaba a su bella esposa, porque buscaba pruebas de que le era infiel. Para ello, hacía orificios en las paredes con el propósito de espiar los posibles actos infieles de su mujer.
No obstante, la versión más verosímil es la que su nombre se deba a Miguel Simón Paredes, propietario del negocio. Uno de los descendientes de este hombre, Juan Paredes, llegó a ser guarda del rey Juan II, cuyo reinado se inscribe al principio del siglo XV.
RECORRIDO POR SU ARQUITECTURA HISTÓRICA
Esta posada, ya desaparecido del tramo de la calle del Mesón de Paredes, no es el único rastro de historia de la vía. En su número 39 se situó el convento de Santa Catalina de Sena. Era una congregación fundada en 1510 por Catalina Téllez. Después de la Guerra de la Independencia Española, tras pasar por varias localizaciones, se asentaron en el que fuera el palacio del Conde de las Torres, ubicado en dicha calle.
Asimismo, las Escuelas Pías de San Fernando se situaba en el siglo XVIII al final de la calle del Mesón de Paredes, haciendo esquina con la del Sombrerete. Dichos edificios abarcaba hospicio, escuela infantil e iglesia. Fueron destruidas en parte durante la guerra civil españolas y posteriormente abandonadas. No fue hasta la llegada de la democracia que las ruinas de las escuelas y la iglesia se convirtieron en biblioteca municipal y centro cultural.
La calle del Mesón de Paredes también alberga un edificio declarado Monumento Histórico-Artístico nacional y bien de inmueble interés turístico, la gran corrala. ¿Qué son las corralas? Es una peculiar forma de vivienda típica de Madrid, cuyo diseño es una casa corredor con balcones que dan a un patio interior. La Corrala de esta calle es la mejor conservada de la capital hoy en día. Un edificio que tiene la esencia del Madrid castizo y humilde.
Además, otro monumento es una fuente que data de la II República, la fuente de Cabestreros. Se ubica en la plaza con el mismo nombre. Se trata de un monumento público madrileño. Cuenta con una inscripción en la fuente: ‘República Española, Ayuntamiento de Madrid’ y ‘Año 1934’. Uno de los pocos símbolos que aún se conserva de aquella época. La fuente pública existía antes del siglo XIX, pero fue durante la República cuando fue conectada al circuito del Canal de Isabel II.
TABERNA MÁS ANTIGUA DE MADRID
En último lugar, nos desplazamos hasta la época actual y el número 13 de la calle del Mesón de Paredes. Ahí se encuentra la Taberna de Antonio Sánchez. Nació en 1884 con temática taurina que aún en la actualidad conserva.
Es un local que mantiene la fisonomía de la típica taberna madrileña: mostrador de zinc, carteles de prohibición escupir en el suelo y torrijas a 15 céntimos… Esta taberna con largo recorrido fue elegida por el director español Almodóvar como escenario para una secuencia de su película, ‘La flor de mi secreto’ (1995).