“La más bonita sin duda eres tú, la más auténtica de todas tú. Si tú me abrazas no existe el dolor, si tú me hablas, yo entro en razón. Con solamente mirarme una vez, guías mis pasos allá donde voy”.
¿Qué hay más grande que una madre? Cuántas veces la miraré y lo pensaré.
Una madre. Esa persona que nos mira y sabe lo qué está pasando por nuestra cabeza. Que sabe cómo y cuándo tirar de nosotros. Que tiene la palabra clave para hacer que nos levantemos, ya sea de la cama o del suelo más profundo. Quien nos quiere sin límites, sin peros y sin intereses. La que con un beso lo cura todo. La única persona del mundo capaz de consolar el dolor más insufrible. Aquella que con una mirada nos hace entrar en razón.
Ellas, las madres, la mayor debilidad de cualquier hijo.
Están hechas de otra pasta. Saben salir de las situaciones más complicadas que interpone la vida como quien sale del agua a 30 grados. Sin tiritar y con una sonrisa. Siempre encuentran la excusa perfecta y la convierten en motivo para continuar.
Saben cómo llevarnos. Incluso cuando más perdidos estamos. Apoyan todas nuestras decisiones, aunque algunas les dé pánico o no las entiendan, pero nos apoyan y su beso siempre está. Nunca falta el beso de mamá.
¿Cómo no llamar a un día del año “Día de la Madre”? ¿Acaso hay algo más bonito que ellas?
¡Hay que celebrar el Día de la Madre! El primer domingo de mayo debe de ser siempre para una madre. Tenemos que demostrarles nuestro amor todos los días pero, por si en algún momento del año nos escapa, tenemos este comodín. Pasar el día con ellas, hacerles un regalo, ir a comer a su restaurante favorito o, simplemente, recordarles su vital importancia en nosotros.
Desde que nos tienen dejan de saber qué es el tiempo, a cambio de nada. Nunca habrá vida suficiente para devolver a una madre una migaja del amor que nos entrega. INCONDICIONAL es la palabra que mejor lo define.
Son tan capaces de hacernos llorar como de hacernos reír. De regañarnos y a la vez mimarnos. Solo ellas tienen ese don. Son guerreras, luchadoras, trabajadoras, cariñosas, atentas, indestructibles y detallistas. Son MADRES. Y qué bonito suena, «te pareces a tu madre», ¿verdad?
Nos acompañan siempre. A nuestro primer día de colegio, al médico, al primer concierto y a la vuelta de la esquina si hace falta. Incluso a nuestra primera cita.
Mamá, eres autentica y única. Te admiro y te quiero.
“Siempre serás el alma de mi corazón”. Amaia Montero