La calle de Álvarez Gato es una pequeña vía situada en el límite del Barrio de las Letras en la capital. Une la calle de la Cruz con la de Núñez de Arce. También es conocido como el callejón del Gato
Aparece en el plano de Texeira de 1656 con el nombre de calle del Gato. Se trata de una calle peatonal desde el primer cuarto del siglo XX. A continuación, recogemos detalles históricos e interesantes sobre la calle de Álvarez Gato.
CALLE DEDICADA… ¿A QUIÉN?
¿Por quién se nombró esta calle? La pregunta tiene principalmente dos respuestas según la leyenda o la tradición. La versión histórica señala que está dedicada a Juan Álvarez Gato. Fue poeta y mayordomo de Isabel la Católica, así como miembro de uno de los linajes más castizos de la Villa de Madrid.
La otra versión es más legendaria y divertida. Se dice que el Cardenal Cisneros ordenó cazar en la calle de Álvarez Gato a un gato montés. La razón de esta petición era para que fabricaran unas botas parecidas a las de Carlomagno. Para así, regalárselas al Gran Capitán.
No obstante, estas botas terminaron siendo un error. Al parecer, estas botas despedían un olor perceptible para los felinos, aunque no para los humanos. Así pues, los gatos acudían a las botas y se orinaban en ellas. De este modo, el tufillo se convirtió en un olor insoportable.
ESPEJITO, ESPEJITO, QUIÉN ESTÁ MÁS DEFORMADO
La calle de Álvarez Gato fue conocida durante un tiempo por la tienda de espejos que allí se situaba. Como promoción, el local colocó dos espejos de cuerpo entero. Uno era cóncavo y otro convexo, los cuales deformaban la imagen del cuerpo como los espejos de los circos. Estuvieron en la vía hasta hace unos 50 años aproximadamente y entretuvieron con sus deformidades a los transeúntes. Así, estos espejos han aparecido en novelas y textos de diferentes autores.
El escritor de la generación de 1914 Ramón Goméz de la Serna dio cuenta de su existencia. ‘En el callejón del Gato hubo hasta hace poco, calzados en la pared y del tamaño del transeúnte de estatura regular, dos espejos, uno cóncavo y otro convexo que deformaban en don Quijote y Sancho a todo el que se mirara en ellos’.
Por su parte, el académico y lingüista Alonso Zamora Vicente también dejó por escrito su reacción ante estos objetos deformantes: ‘Todos los madrileños que ya no somos muy jóvenes hemos ido a mirarnos alguna vez a los espejos de la Calle del Gato, alboroto infantil permanente, atracción de paseos ciegos y sin rumbo por la ciudad’.
VALLE-INCLÁN Y LUCES DE BOHEMIA
Asimismo, Ramón María del Valle-Inclán está incluido en la lista de artistas que usaron estos espejos para sus obras. Y es que en Luces de Bohemia, obra publicada en 1924, Valle-Inclán narra una de las escenas en el Callejón del Gato.
En dicha escena, los dos protagonistas del libro se miran en los espejos que deforman su imagen. Luces de Bohemia se trata de la obra que marca un nuevo tipo de teatro, así como forma literaria: el esperpento. Esto se debe a las extravagancias, rarezas y absurdos que reúnen las obras de este tipo.
Y es que los escritores hacen uso de la realidad para su inspiración. ¿Quién diría que dos espejos deformantes y reales darían más extravagancia a una de las obras de Valle-Inclán? Madrid es una ciudad llena de anécdotas, así como de inspiración en sus calles.