Cava Baja es una calle conocida de la capital. Está situada en el barrio de la Latina y se extiende desde la plaza de Puerta Cerrada hasta la plaza del Humilladero. Se le ha unido al comercio del Mercado de la Cebada que se encuentra a poca distancia del mismo.
Así, Cava Baja discurre de manera paralela a su calle hermana: Cava Alta. Históricamente se han configurado como un pack inseparable. Durante la dominación árabe entre los siglos IX a XI, su uso estaba destinado a minas y pasadizos.
Estos comunicaban la entonces villa medieval con el arrabal musulmán. Después de la reconquista, se amplió la muralla que cruzaba Madrid. En dicho momento, las cavas se incorporan a la fortificación cristiana, la cual ha permanecido hasta hoy en día.
CALLE NO, CAVA
Pero, ¿por qué ‘cava’ y no ‘calle’? Al construirse esta defensa, esta zona fue convertida en un foso de agua. Esta bordeaba la muralla para así impedir que los enemigos entraran, ya que en esa zona el terreno era llano y suponía una debilidad en la defensa de la ciudad.
No obstante, la cava se desecó a partir del siglo XV. Por ello, las primeras casas adosadas a la muralla comenzaron a construirse. Esto provocó que la vía desapareciera de la vista en ese momento. Actualmente la muralla cristiana se puede visitar en los números 10 y 20 de la Cava Baja.
Sin embargo, su nombre llegó al urbanizarse dicho foso. Tras ello, se nombró como Cava Baja de San Francisco, ya que en ese entonces la calle llevaba hasta el convento de San Francisco. Mientras, la Cava Alta no fue nunca un foso, pero obtuvo el nombre al ser paralela y situarse topográficamente más elevada a la Baja.
50 BARES EN 300 METROS
Los locales comenzaron a reunir en dicha vía a partir del siglo XVII. Comercios, tabernas, posadas… Así, las actividades comerciales encontraron en la Cava Baja un punto de encuentro. La intención de los comerciantes era vender sus productos en los mercados de La Cebada y San Miguel que se encuentran cerca de esta calle y cuyas historias están ligadas en su desarrollo. Sus hospedajes y sus locales de comida, las más antiguas de Madrid, dieron renombre y repercusión a esta vía.
Actualmente la calle es el punto de encuentro para el ‘taberneo’ que mantiene su encanto castizo. En sus apenas 300 metros de calle, se concentran unos 50 bares que mantienen su encanto castizo. Pasear por esta calle es recorrer historia aún viva de la capital.