Finalmente, también tendremos elecciones generales. Frankenstein no resistió más y el rechazo de los Presupuestos Generales del Estado por parte de los “socios” (¡vaya socios!) catalanes del PSOE desconectó de manera definitiva el ventilador mecánico al que llevaba conectado desde hace varios meses un Gobierno que había estado caminando por el alambre desde su alumbramiento. Pero esta vez, Pedro Sánchez dixit, “resistir hasta octubre era una tortura”.
De este modo, y aunque no habrá “superdomingo” electoral el 26 de mayo (jornada ya fijada para las elecciones municipales, autonómicas y europeas) como soñaban algunos, nos enfrentamos a una primavera reventona de citas electorales, con los árboles de mítines, entrevistas, viajes por las plazas y las fotos con la gente en los barrios obreros floreciendo como un almendro en marzo. De hecho, y pese a estar en pleno invierno (aunque la climatología se empeñe en demostrarnos lo contrario), todas esas flores brotaron de repente, de todos los colores, el mismo día que Sánchez anunciaba la convocatoria del 28 de abril.
El caso es que los madrileños nos jugamos nuestro futuro de aquí a los próximos cuatro años en un plazo de apenas un mes. En menos de 30 días tendremos que decidir quién nos representa en el Palacio de Cibeles, en la Antigua Casa de Correos, en el Congreso de los Diputados, en el Senado y en el Parlamento Europeo. Ahí es nada. Un futuro que ahora mismo es una incógnita en cualquiera de las instituciones, teniendo en cuenta la gran cantidad de indecisos que existen, el cambio de la noche a la mañana del panorama político y la poca fiabilidad que demuestran últimamente las encuestas.
Lo que se abren son sobre todo son muchos interrogantes, casi todas ellos relacionados con la posibilidad de que los resultados de las elecciones andaluzas se extrapolen al resto del territorio. Si VOX irrumpe con fuerza como se prevé y Podemos, con todas sus marcas, se desploma, se desplegaría un panorama de pactos tan apasionante para el análisis como incierto e inquietante para los ciudadanos de a pie.
Unas preguntas tanto en clave estatal (¿se aplicará un 155 de inmediato en Catalunya si gobierna el tripartito PP-C’s-VOX tal y como han prometido cada uno de sus líderes? Si se diera el resultado y no les hiciera falta pactar con nadie más, ¿gobernaría Ciudadanos con PSOE pese a la reciente negativa de la ejecutiva de los naranjas?) como autonómica y municipal, con conflictos que ahora reposan, como la guerra Taxi – VTC o Madrid Central, calentando para salir de inmediato si se produjera un cambio en los colores de cualquiera de las dos cámaras.
Llegan, por tanto, unas semanas plagadas de acusaciones, promesas, folletos por las calles y vallas publicitarias con caras de políticos sonrientes. De trending topics relacionados con subidas de tono de algún candidato o candidato y de informativos dedicados en exclusiva a los posibles pactos. Llega la salsa de la democracia, llegan las elecciones. La que se avecina.