Una decena de adoquines cargados de memoria histórica llegarán a Madrid en primavera de mano de la iniciativa ‘Stolpersteine’ (piedra de tropiezo, en alemán), a la que se suma el Ayuntamiento de Madrid. Bloques de cemento que se instalarán a las puertas de los domicilios en los que vivieron deportados madrileños a campos nazis.
‘Stolpersteine’ es una creación del artista alemán Günter Demnig y puede decirse que es el monumento más extendido del mundo desde que el primer adoquín se instalara en 1997 en el distrito berlinés de Kreuzberg.
Desde entonces, el artista alemán ha fabricado e instalado más de 65.000 de estos pequeños memoriales en 23 países, incluso fuera del Viejo Continente, hasta llegar a Argentina. Se pueden encontrar adoquines Stolpersteine en Bruselas, Hannover, Burdeos, Roma, Viena, Nuremberg o Praga.
Gracias al trabajo de Gunter Demnig, más de 1.800 localidades europeas rescatan del olvido los nombres de sus vecinos que, entre 1933 y 1945, fueron víctimas del horror nazi. Las primeras piedras Stolpersteine llegadas a España lo hicieron en Cataluña, concretamente en el municipio barcelonés de Navas, donde fueron instaladas en septiembre de 2015. Desde entonces se han colocado 112 piedras a otros tantos deportados en 18 localidades. Las siguientes lo harán en Madrid esta primavera.
LAS PRIMERAS LAS INSTALA EL ARTISTA
El artista, como una expresión más de respeto hacia las víctimas, siempre instala personalmente las primeras Stolpersteine de cada localidad. Gunter Demnig se encarga desde la excavación del hueco a la recogida de escombros y reposición del pavimento. Esa operación puede resultar especialmente sencilla en Madrid ya que muchas de sus aceras se encuentran enlosadas con baldosas de material cerámico similar.
En Madrid se prevé la colocación de una decena aproximadamente de estas piedras como inicio del proceso que habrá de completar la totalidad de los vecinos de Madrid que murieron en los campos de concentración nazis: cuatro mujeres y 445 hombres.
Los adoquines de esta iniciativa de memoria son bloques de cemento de 96mm x 96mm x 100mm, en los que se inserta en una de sus caras cuadradas una placa de bronce con el nombre de la persona a recordar, la fecha de su nacimiento, de la deportación, la fecha de su reclusión y la de su asesinato.
‘AQUÍ VIVIÓ’
El texto cincelado suele arrancar con las palabras ‘Aquí vivió’ ya que lo habitual es instalar estas piedras en el suelo delante de la puerta de la que fue vivienda de la víctima, nunca en la pared. Ante uno de estos adoquines lo importante no es conocer el idioma ya que todos suelen acabar con palabras trágicamente conocidas como Treblinka, Theresienstadt, Sobibor, Sachsenhausen, Ravensbrück, Mauthausen, Neuengamme, Lodz, Gurs, Drancy, Dachau, Chelmno, Buchenwald, Bergen-Belsen o Auschwitz.
Dada la enormidad del Holocausto judío, muchas de las piedras instaladas ya sean dedicadas a la memoria de deportados que profesaban esta religión pero el trabajo de Demning también reconoce a otros represaliados, como Testigos de Jehová, prisioneros de guerra, personas sin techo, detenidos por mestizaje, niños discapacitados o miembros de las Brigadas Internacionales.
Los adoquines recuerdan cómo acabaron sus días: humillados, expulsados de sus cargos, inhabilitados para trabajar, castrados, víctimas de experimentos clínicos, destinados a un batallón de castigo, internados en centros de exterminio, en la ‘residencia’ Mainkofen, empujados al suicidio, decapitados, muertos de hambre, torturados por la Gestapo… Otros tuvieron que exiliarse para salvar sus vidas y también se recuerda a los pocos que lograron sobrevivir al infierno.