Internet de las Cosas (IoT “Internet of Things”, en sus siglas en inglés) es un término que se ha introducido en el vocabulario de expertos y no tan expertos de forma casi completa en los últimos años. Se ha hablado de la tecnología del futuro, pero lo cierto es que es una realidad ya presente. Sin embargo, aún hay dudas en torno a esta tecnología, en qué consiste, cuáles son sus riesgos y cuál será su impacto en las ciudades del futuro.
¿QUÉ ES EL INTERNET DE LAS COSAS?
A pesar de que parezca que se trata de una tecnología muy compleja, es un concepto muy fácil de comprender. El Internet de las Cosas se basa en la interconexión de los objetos entre sí y con la nube. Objetos cotidianos como la nevera, unas zapatillas, el cepillo de dientes o un cubo de basura. El Internet de las Cosas consiste en que estos objetos tengan dispositivos tecnológicos incorporados que permitan recopilar datos e información de sus actividades y entorno para después hacer un análisis.
Todo este proceso no tiene otro fin que conseguir los datos necesarios para optimizar al máximo nuestras actividades. Los objetos pueden interactuar entre sí para comunicar el uso que se da a cada uno de ellos, el estado de desgaste en que se encuentran, las horas de mayor uso, por ejemplo, con el fin de que los distintos dispositivos actúen en consecuencia. Se trata de una tecnología que puede resultar realmente útil para los negocios, ya que permite llevar un control sobre sus ventas y tendencias de los consumidores y, basándose en este, generar estadísticas que indiquen el mejor momento para hacer un pedido, por ejemplo.
Algunas pequeñas empresas ya están aplicando esta tecnología a sus objetos, pero llegará a nuestras casas y a las calles de forma progresiva en poco tiempo. Zapatillas que miden el rendimiento físico de quién las lleva, neveras que avisan de que algunos productos están a punto de ponerse en mal estado, farolas que se autorregulan en función de la luminosidad o cepillos de dientes que avisan de la presencia de caries. Las hipótesis son infinitas, pero lo cierto es que su llegada está a la vuelta de la esquina.
LOS RIESGOS DEL INTERNET DE LAS COSAS
La conectividad de los objetos supone, como todo lo relacionado con Internet, un desafío para la seguridad de los usuarios y de los profesionales que trabajan para garantizarla. El problema, según los expertos, surge porque la mayoría de estos objetos no han sido diseñados para ser seguros, sino para cumplir con expectativas de entretenimiento y funcionalidad. Por ello, se han convertido en el objetivo de los hackers.
Recientemente se han visto ejemplos de altavoces que escuchaban conversaciones de sus usuarios o rúters hackeados. Hechos que han provocado alarma y que las empresas tecnológicas estén trabajando por mejorar la seguridad de los productos y servicios. Pero aún tendremos que esperar para comprobar en qué se traducen todos estos avances.