Miles de personas pasan por el Metro de Madrid a lo largo del día, entre ellas, músicos, artistas y cantantes que ven pasar a la multitud mientras tocan y cantan sus canciones. El metro es su lugar de ensayo, de búsqueda de trabajo o donde ganan un sueldo extra. Álvaro Brazo es uno de esos músicos que llenan las estaciones cada día con el sonido de su guitarra y su voz.
Cada día elige una estación diferente y siempre con un repertorio de música en español, suele tocar de martes a viernes, aunque a veces también toca en fin de semana, por eso algunos habituales del suburbano conocen ya su voz. Sevillano de origen, lleva cantando desde los doce años y toca la guitarra y el piano desde los diecisiete. Llegó a Madrid hace cuatro años y comenzó a tocar en el metro seis meses después. “Recuerdo que la primera parada en la que me puse fue Argüelles. Empecé sin amplificador ni micrófono ni nada y me quedé sin voz la primera semana, porque no estaba preparado para eso todavía” cuenta.
“Yo ya venía rodaillo” comenta cuando habla sobre cantar en público. Ha trabajado como músico en discos de algunos artistas y en festivales como el Starlite de Marbella y ha dado conciertos en Andalucía y varios locales de Madrid. Tocar en el metro es una actividad complementaria a su empleo como profesor de guitarra y piano, pero también le aporta nuevas oportunidades: “me han salido conciertos, pero sobre todo contrataciones para fiestas privadas, bodas y restaurantes, tocando en el metro sale bastante trabajo” explica.
Si hay una pregunta a la que está acostumbrado es si sale rentable toca en el metro. Después de tres años, su respuesta es clara: “a mi sí me sale rentable, pero a los demás no lo sé. Lo que no puedes saber nunca es cuánto vas a ganar. Yo lo tengo como un dinero extra, pero si te pones todos los días sacas dinero”. Sabe que en el vagón se gana más, pero es ilegal tocar dentro, por lo que él elige las estaciones, donde además puede sentarse con su guitarra, micrófono y altavoz.
Pero además del beneficio económico reconoce que se lleva mucho de las experiencias que vive: “hubo un chico que me contrató para que fuera a casa de su novia a darle una sorpresa porque ella me había escuchado en el metro y le había gustado mucho” cuenta Álvaro. También es habitual que le pidan canciones para dedicar a parejas que no pasan por un buen momento e incluso que algunos se emocionen hasta llorar con su música.
En el metro hay decenas de personas tocando música cada día, algunos con más habilidad y talento que otros, y hay opiniones para todos los gustos. “Me ha llegado alguna señora que otra tapándose el oído” cuenta Álvaro, “pero la mayoría de las veces a la gente le gusta y me lo agradecen” añade. Lo que es un hecho es que, si algunos como Álvaro se quedan durante varios años, es que el Metro de Madrid es un buen lugar para tocar.
