En las últimas semanas, las asociaciones de alumnos de la URJC han convocado manifestaciones para protestar por las presuntas irregularidades en la expedición de títulos universitarios que afectan a todos los que formamos parte de esta Universidad.
Soy de Madrid, he crecido aquí y toda mi vida he escuchado hablar de las universidades de mi región. La verdad es que nunca me planteé estudiar fuera y tampoco en la Rey Juan Carlos. No se puede negar que las universidades de referencia en la Comunidad son otras y no conocía a nadie que estudiara en ella. La elegí por su gran oferta de dobles grados, el mío, en concreto, solo se oferta en enseñanza pública en esta universidad en toda España.
Desde que comencé he trabajado duro para conseguir un expediente con unas notas altas, he estudiado de madrugada, he pasado horas investigando para entregar buenos trabajos y me han faltado horas en el día para llegar, supongo que como cualquier estudiante. Creo que es importante aclarar esto, porque con los recientes hechos he tenido que escuchar preguntas acerca de si alguna vez me han subido las notas, algún profesor me las ha modificado fuera de plazo o si conozco algún caso.
Los estudiantes sentimos indignación porque consideramos que no merecemos que se ponga en duda nuestro trabajo. Recientemente han surgido casos de alumnos a los que se les ha cancelado un contrato de prácticas por el prestigio de la Universidad o de instituciones extranjeras que valoran romper los convenios con la URJC. Los alumnos tenemos miedo a que desde el mundo laboral se valore negativamente que hayamos estudiado en la Universidad Rey Juan Carlos o esto suponga un prejuicio.
La indignación surge también en torno a las acusaciones a los profesores. Desde el Partido Popular se acusó a la Universidad de permitir que algunos profesores pudieran acceder al sistema informático y manipular los documentos a su antojo.
Desconozco si esto es así, pero lo que sí puedo asegurar es que la mayoría de los profesores que tengo y he tenido son grandes profesionales. En los pasillos se escuchan casos de algunos que se plantean renunciar porque lo que debería ser una aportación positiva a su currículum se puede convertir en un perjuicio.
Solo pedimos transparencia, que si se han hecho las cosas mal se asuman las consecuencias y se pongan medios para solucionar la situación. Somos víctimas colaterales de esta situación que se ha convertido en un tira y afloja entre políticos y Universidad en el que el desprestigio, más que a rectores o líderes, nos afecta a los que formamos parte de ella.