La actual Estación de Chamartín es el mayor punto de Madrid que centraliza las comunicaciones ferroviarias y de transporte desde la capital hasta el norte de la península Ibérica.
Su proyecto como estación neurálgica se articuló mucho antes que su construcción, y esta demora supuso un retraso en el avance de las infraestructuras ferroviarias y de transporte de España.
La Estación de Chamartín supuso un novedoso adelanto para la época en la que comenzó su proyección. En los años 30, durante la Segunda República, el aquél entonces ministro de Obras Públicas Indalecio Prieto, desarrolló este ambicioso plan de comunicación para cubrir toda la zona norte de España y fijó el lugar de la construcción, en un pequeño y apartado barrio de la Capital llamado Chamartín de la Rosa.
Pero el plan tuvo que posponerse debido a la Guerra Civil. Además de los devastadores efectos de la contienda y la situación de crisis económica del país, la dictadura no tenía establecido ningún plan comunicativo con el norte de España y mucho menos con Francia.
Aún así, en 1933 comenzó la construcción de lo que es la actual estación de Chamartín. Con ello, se realizaron modificaciones para anexionar aquel pueblecito, Chamartín de la Rosa, con la Capital, como la ampliación del Paseo de la Castellana y la configuración de calles que llevó consigo un gran crecimiento urbanístico en la zona.
La estación, tras varios años en funcionamiento y la conexión con otras estaciones como la de Atocha, a través del túnel de la risa o la de Príncipe Pío, comenzó a adquirir un gran flujo de viajeros y mercancías, por lo que la ampliación y modernización convirtió a la Estación de Chamartín en más que una simple estación de paso, con la construcción de centros de ocio, restaurantes y hoteles, convirtiéndola en un gran punto neurálgico y vanguardista de transportes para Madrid.