El refranero español, castizo, sabio y siempre oportuno, dice que no hay dos sin tres. Algo que le viene al pelo a estos once meses de Gobierno de Manuela Carmena –con el apoyo del PSOE, conviene no olvidarlo, que no sabe a qué santo encomendarse– en el Ayuntamiento de Madrid. Uno cree que las improvisaciones y despropósitos no pueden ser mayores, pero llegan las fechas importantes como el día de San Isidro y se evidencia que todavía son capaces de armar la marimorena en el día del patrón de Madrid. Una festividad que representa la historia, cultura, raíces y costumbres de los madrileños y que encarna algunos de los valores de San Isidro que queremos para Madrid: un proyecto de ciudad más solidario en el que el sacrificio, la constancia y el trabajo tengan su recompensa.
Una vez más –y ya van unas cuantas, recuerdo la Cabalgata de Reyes o los títeres en los Carnavales de Tetuán– Manuela Carmena ha vuelto a no estar a la altura institucional de lo que se le exige como Alcaldesa, ha vuelto a sembrar división en vez de respeto a las tradiciones y consenso político, que es lo mínimo que se espera de quien tiene la responsabilidad de gobernar la capital de España. Y ya se sabe que quien siembra vientos, recoge tempestades.
No hay precedentes de un desplante al Ejército y a los símbolos nacionales como el que hará la Alcaldesa ausentándose el domingo del solemne izado de la bandera nacional en Colón, un homenaje a las Fuerzas Armadas y a la ciudad de Madrid; aunque ya sabemos que estos actos no son santo de su devoción, resulta sorprendente que haya decidido seguir los pasos de Ada Colau en Barcelona. Y por si fuera poco, la Alcaldesa de “los cuidados” y del “diálogo” ha excluido una vez más a los grupos municipales de poder asistir libremente a los actos del programa municipal de las Fiestas de San Isidro: si convocan tres actos centrales que coinciden en la misma hora (el izado de la bandera nacional en Colón, la entrega de medallas de Madrid y la Misa en la Colegiata de San Isidro), o el santo obra un milagro y nos concede el don de la ubicuidad o nos será imposible acudir a todos. Porque es bien sabido que no se puede estar en misa y repicando.
El Gobierno de Manuela Carmena, que sigue a Dios rogando y con el mazo dando, debe dejarse de tantos “abrazos” y respetar, de una vez por todas, las tradiciones de Madrid, representar a todos los ciudadanos y dejarnos vivirlas con libertad de elegir y participar. Los madrileños no merecen menos.
Iñigo Henríquez de Luna es portavoz adjunto del Grupo Municipal Popular en el Ayuntamiento de Madrid.