El mundo de la tauromaquia forma parte del patrimonio cultural de la Comunidad de Madrid, un patrimonio que mueve 240 millones de euros, en cifras de la Asociación Nacional de Organizadores de Espectáculos Taurinos. Comienzo con una apelación a la riqueza porque parece que es lo único que le interesa a la izquierda. La misma que ahora pretende decirle a los ciudadanos la forma en la que deben de actuar y de pensar respecto al mundo taurino. Aun así, el impacto de la tauromaquia trasciende a lo económico y se erige como una tradición que comparten dos de cada tres municipios madrileños y que genera 942 festejos al año.
La izquierda no entiende que no puede meterse en todos los ámbitos de la vida de la gente. La tauromaquia, llega a convertirse en una verdadera pasión para sus seguidores. Un mundo que consigue entrelazar lo nuevo y lo viejo y que consigue que 1,46 millones de personas se sientan orgullosas de sus tradiciones sólo en la Comunidad de Madrid.
Al alcalde socialista de Coslada, al igual que a Manuela Carmena en la Capital, no parece convencerle mucho todos estos datos, porque ha convocado una consulta popular para decidir el futuro de la tauromaquia en nuestro municipio. Me gustaría recordarle al alcalde el significado de mandato representativo no imperativo, que es la clase de mandato que tenemos los políticos en la democracia actual. Los ciudadanos no pueden exigirle al político lo que debe hacer una vez ha sido elegido. Esto ayuda a que en tesituras difíciles sea el político quien tome personalmente las decisiones y escoja, sin tapujos, quienes serán los perdedores de su política. Este tipo de mandato no significa que no exista un control por parte de los vecinos, ya que para eso existe el concepto de legitimidad, un concepto al que se le debe dar su oportuno significado y relevancia por nuestra parte. Pues bien, saco este tema porque lo único que hacen los alcaldes como el nuestro en estos temas, es pasar la pelota al tejado de la ciudadanía eximiéndose de sus responsabilidades.
Aparte de esto, es denominador común que los socialistas hagan guiños a las respectivas marcas blancas de Podemos. Y es que vuelve a ocurrirnos en Coslada al igual que con el boicot a Cruz Roja, que para contentar a la izquierda radical los socialistas crean medidas que se salen de su ideario tradicional. “Estos son mis principios; si no le gustan, tengo otros”. Para los que llevamos muchos años en política es más que sabido que este tipo de medidas solo traen mucha división y poca solución.