Si la relación entre PSOE y PODEMOS dependiera únicamente de una lógica orientada a la consecución de objetivos para el progreso del país, su economía y cultura, su sociedad democrática, sus derechos laborales y civiles, sus principios y propósitos, sus valores solidarios… si hubiera en la izquierda una voluntad común por anteponer la necesidad de cambio a cualquier otro interés, ambas fuerzas deberían ceder lo suyo, defender lo esencial y cerrar un acuerdo con los partidos nacionalistas más IU para desalojar del Gobierno al PP y que Rajoy desapareciera del mapa.
Sucede, sin embargo, que en el PSOE los barones territoriales prefieren aprovechar el descalabro electoral para conspirar contra su debilitado líder, impulsando la sustitución por vía de urgencia antes de la inminente repetición de Elecciones Generales. Se habla mucho estos días de “altura de miras”, “intereses generales” y “unidad nacional”. Demasiado, en ambos lados, también en el PP, y con sospechosa intensidad y entrega: tanto énfasis provoca vesicantes sarpullidos de escepticismo y rechazo entre los rampantes ciudadanos, descreídos por naturaleza.
Algo chirría, y mucho, cuando PSOE y PP coinciden en el discurso.
En la otra parte, PODEMOS ha asumido la inoportuna consulta soberanista en Cataluña, en cuyo confuso proceso intervienen tantos anhelos antisistema como oscuras estrategias personales. Ciertamente, están en juego los 12 escaños que En Comú ha recabado en los últimos comicios para los herederos del 15M, pero sopesar bien los momentos es una de las fortalezas que cualquier político de envergadura debe poseer; y el debate secesionista ahora no toca.
Se debe aplazar, de hecho, cualquier tentación de asalto al poder (sobre todo, el gambito de dama de Susana Díaz), conviene pensar en el futuro (propio y ajeno) y desanudar con habilidad política la intrincada madeja que han dejado los últimos resultados en las urnas.
Ir a otra convocatoria electoral consumiría el poco crédito de nuestros políticos, incapaces de manejarse en la negociación y el diálogo.
Tal opción, sin embargo, es la baza del PSOE para liquidar a Pedro Sánchez. Y la opción de relevar a Rajoy en el PP. Y la oportunidad, para PODEMOS, de culminar el sorpasso. Hasta Garzón podría tunear su IU de cara a la repesca… pero votar otra vez sería un fracaso, incluso aunque en el envite cayeran los tentempiés que todavía gobiernan en Ferraz y Génova.