Estuve como invitado en la clausura del Congreso del EPP (Partido Popular Europeo) celebrado en el Palacio Municipal de Congresos. Sentado por casualidad junto a representantes de partidos invitados del centro derecha de América y África.
Tras escuchar la intervención de líderes del PPE, de catorce Jefes de Estado y Gobierno, tras las brillantes intervenciones del francés Nicolas Sarkozy y de Angela Merkel, uno recupera sensaciones y ordena el pensamiento político.
La primera idea que me surge, es que esta gran corriente ideológica (PPE) en toda Europa son, junto al partido socialdemócrata los constructores y arquitectos de esta Europa de la Democracia, que aunque con desajustes y defectos, es un referente mundial en el respeto de los derechos humanos y de generar bienestar y oportunidades a todos sus ciudadanos y residentes.
Es bueno, de vez en cuando compararse con los demás países del mundo. Con los “buenos y con los malos” y así uno, es consciente en que liga jugamos.
La segunda idea versa sobre que muchos de estos partidos europeos han tenido que enfrentarse (gobernando) a los peores tiempos económicos, (posiblemente desde la posguerra mundial) y lo han hecho buscando soluciones y reformas con sentido común y rigor. No se ha mentido a nadie, no se han contado milongas, no han prometido el paraíso. Y se han desgastado politicamente asumiendo su responsabilidad. Este esfuerzo de los ciudadanos, ha dado ya sus frutos.
Y la tercera idea. La alerta sobre los populismos y los inventos.
A los españoles nos gusta la novedad, nos gustan los “divertidos”, “los simpáticos” y “los guapos y guapas” que salen en la tele.
Pero éstos en ocasiones, ni dicen la verdad de lo que piensan, ni tienen formación ni experiencia de gobierno, ni van a resolver ningún problema a nadie.
Algunos dicen “que el papel lo aguanta todo”, pero la “gestión de lo público” no es un juego, no es una idea romántica, no es un sueño, ni un programa de televisión.
Por eso la lección que saqué tras ese acto es, cuidado con los “refrescos de moda”, que aunque sean “bonitos”, los carga el diablo y esto, lo pagamos todos.