Xavier Hernández Creus (Terrassa, 25 de enero de 1980) se ha labrado a sí mismo el camino hacia al éxito y hacia convertirse en lo que ya es, toda una leyenda y un mito del barcelonismo al irse del club a los 35 años y con 23 títulos ganados, que podrían ser 25 todavía, y como el blaugrana con más partidos oficiales disputados tanto en la Liga como en la Champions.
Un pequeño genio de apenas 1,70 metros de altura y 67 kilos de peso que ha sido capaz de batir a todos los gigantes que se le han interpuesto en su carrera, fuera en forma de largas lesiones o de nuevos entrenadores a los que había que convencer de que el FC Barcelona tenía a diez jugadores más él, el 6, el cerebro que hacía mover al equipo y le hacía jugar al ritmo deseado en todo momento.
Además, se llevará el honor de ser el eje del considerado como mejor Barça de la historia. El que con Pep Guardiola en el banquillo y él como su mano derecha en el césped logró el triplete y seis títulos en un año para ser el equipo más laureado de los últimos años en todo el mundo. Y siempre con Xavi como guía, como visionario, asistiendo y mejorando a cracks como Leo Messi, a hermanos como Andrés Iniesta, quien le tendrá que coger la batuta tras aprender de él durante tantos años.
Xavi, eso sí, será «único e irrepetible» como el propio Iniesta y el mundo del fútbol aseguran. No habrá otro como él, otro que sea capaz durante 24 años en el club de no ofender a nadie o de olvidar sus colores para tender su mano en el peor momento de las relaciones entre eternos rivales a Real Madrid y FC Barcelona, lo que propició que, junto a su amigo Iker Casillas, ganase el Premio Príncipe de Asturias del Deporte.
Su filosofía de juego es casi exclusiva también. El de Terrassa creía que fallar un único pase era como suspender un examen. Y en cada partido salía a por el 10, a no perder un balón y a dar pases de gol a sus compañeros, con los que fue su cómplice perfecto. Su visión, que corría más que el balón, ha sido clave para llegar a ser el director de orquesta que muchos técnicos quisieran tener.
Pese a su estatura (1,70), Xavi superó con su técnica a todos los rivales de su zona, impertérritos a su forma de girar con la pelota sin prisa en busca de la mejor opción. Un 4 de la escuela culé que impuso Johann Cryff que se fue yendo hacia arriba a la mediapunta para siempre dar el máximo rendimiento, y volver en sus últimos años a ser el jefe del centro del campo.
Nacido en Terrassa pero criado en la Masia, abandera los valores del barcelonismo al máximo, encarna la profesionalidad, el talento, el compañerismo, el saber hacer, el seny y la rauxa catalanas y, con su trabajo, se ha ganado a pulso todos los récords de partidos y de títulos ganados que ha batido. Se va, además, por voluntad propia y con la voluntad de seguir creciendo, pensando en ser entrenador, para quizá algún día volver al Barça.
Como mito y leyenda que es, Xavi tendrá las puertas abiertas para cuando quiera volver. Quizá siga el camino ya emprendido por dos de sus recientes exentrenadores que ya fueron en su tiempo compañeros de vestuario, como Pep Guardiola o Luis Enrique Martínez, con quien más títulos ha ganado y su último técnico, respectivamente. De momento, como jugadores, ya les ha superado.
De ellos y del resto de técnicos ha aprendido cosas, pero también las ha enseñado. Es un maestro del fútbol, un chico capaz de ganarse a la fiera de Louis Van Gaal, el que apostó por él y le hizo debutar, y salvarle el puesto con aquel gol en Valladolid en diciembre de 1998. Líder nato con cada uno de los técnicos que ha tenido y capitán en su última temporada, viviendo y aprendiendo siempre a la sombra en este sentido de otros mitos como Carles Puyol, pero se va sabiendo que, por fin, pudo ser el gran capitán del equipo de su vida.
«No me iré hasta que no me echen», había comentado en alguna ocasión Xavi, convencido por Luis Enrique para aguantar un año más después de haber tenido que vivir un año muy duro, relegado en su protagonismo en muchas ocasiones por el Tata Martino, con especial mención para el partido final de liga ante el Atlético de Madrid en el Camp Nou, donde sólo tuvo un cuarto de hora.
Al final no ha sido así, se va por su propio pie, pero por la puerta grande y querido por todo el entorno barcelonista, tan cruel a veces con otras estrellas blaugranas y que, en cambio, es una única voz de cariño y agradecimiento en cuanto a Xavi concierne. Xavi te queremos, Xavi quédate era un clamor en el Camp Nou en toda esta temporada, la última del catalán de las 17 que ha vivido en el primer equipo.
Ahora disfrutarán en Catar de su fútbol, de su magia y genio, pues cuando Xavi cuelgue las botas a buen seguro seguirá disfrutando del fútbol, de su pasión, sea de la forma que escoja.